Es ampliamente conocido el impacto ambiental relacionado al uso irresponsable de las bolsas plásticas. Sin embargo, no tenemos políticas públicas dirigidas a corregir este problema de manera sistemática. En la gran mayoría de los supermercados y tiendas de todo tipo se empacan las compras en bolsas plásticas y son pocas personas las que se toman el tiempo de pensar en RECHAZAR, REDUCIR o RECICLAR este material.
Es difícil culpar a los consumidores por el uso de bolsas plásticas. A todos nos resultan muy útiles no sólo para el transporte de las compras, sino también para mil y un usos que les damos. Individualmente no nos sentimos tan mal por utilizarlas ya que consideramos que nuestro impacto es muy marginal. El problema es que cada día millones de personas hacen lo mismo alrededor del mundo y las consecuencias son devastadoras.
Tenemos una obsesión por el plástico que está destruyendo nuestro medio ambiente. Este material no es biodegradable, sólo se descompone en pedazos más pequeños durante cientos de años. Aparte de una pequeña cantidad que ha sido incinerada, todas las miles de millones de toneladas de plástico que han sido creadas todavía están en nuestro planeta y la naturaleza no sabe qué hacer con ellas.
La mayoría de las bolsas plásticas son utilizadas una vez y luego son desechadas inapropiadamente, a pesar de que es posible reciclarlas. Gran parte del plástico ha sido abandonado en los botaderos de basura, desde donde se pueden liberar toxinas venenosas en las aguas subterráneas. Este material también está deteriorando nuestros suelos, ríos y océanos, dónde degradan el ecosistema y destruyen la fauna silvestre. La basura de plástico mata a más de 100.000 mamíferos marinos y un millón de aves marinas cada año.
Se han identificado amplias áreas de los océanos donde las corrientes han concentrado grandes acumulaciones de basura. Es como una sopa que no es visible desde la superficie ya que la mayor parte está desintegrada en pequeños pedazos que flotan bajo el agua. Muchos animales terminan comiendo de estos plásticos y se intoxican por los químicos que contienen, los cuales se acumulan en sus tejidos grasos y de esta manera son consumidos también por los seres humanos.
A muchos de nosotros nos resulta exasperante para ver tanta basura ensuciar nuestro paisaje natural y urbano. Deshacerse de las bolsas plásticas es sólo un pequeño paso hacia una cultura de consumo responsable. Alternativas al plástico están disponibles y lo que más se recomienda es sustituirlo por materiales que no sean desechables.
Una propuesta interesante para desincentivar el consumo de bolsas plásticas es que en las tiendas y supermercados se obligue a cobrar por cada bolsa que se brinda a los clientes. Esta política ha tenido éxito en otros países, logrando reducir hasta un 90% su consumo. Al cobrarle, la persona necesariamente va a meditar por un momento si necesita llevarse sus compras en una bolsa y probablemente en muchos casos decida abstenerse de ello.
Todos tenemos un papel que desempeñar en la protección de la naturaleza producto de la contaminación del plástico. Para ello, necesitamos líderes que estén dispuestos a correrse el riesgo de promover políticas públicas que exijan a los ciudadanos cambiar su cultura de consumo, aunque esto represente un esfuerzo más en la vida de cada persona. Mientras más tiempo pasa, los costos para corregir estos problemas y revertir sus efectos son cada vez mayores.